El poder blando, o la capacidad de persuasión, es la habilidad de una nación para lograr sus objetivos deseados a través de la atracción y la persuasión, en lugar de la coerción o la presión. Las fuentes del poder blando de una nación residen en su cultura, valores políticos y políticas exteriores. Una nación con un poder blando fuerte puede moldear la opinión internacional, obtener apoyo y ejercer influencia sin recurrir a la fuerza militar o la presión económica.
Arabia Saudita ha utilizado su posición como custodio de los lugares de nacimiento del Islam para difundir su interpretación del Islam sunita y generar buena voluntad de otras naciones musulmanas. El Reino, por ejemplo, estableció el Ministerio de Asuntos Islámicos, Da’wah y Orientación. Este programa construye mezquitas, distribuye el Corán y coloca agregados religiosos sauditas en todo el mundo.
La familia real saudita también vincula explícitamente su estatus como custodios del Islam con su gobierno sobre el reino para reforzar la credibilidad de la monarquía. Por ejemplo, el rey Salman bin Abdulaziz Al Saud utiliza el título de "Custodio de las Dos Sagradas Mezquitas" para referirse a los dos sitios más sagrados del Islam en las ciudades sauditas de La Meca y Medina.
En el contexto de la crisis de COVID-19, varias naciones aprovecharon la oportunidad para construir poder blando, mejorar su posición internacional y atraer a otras naciones a su órbita mediante la práctica de la diplomacia de vacunas.
India fue una de ellas. La nación alberga la planta de fabricación de vacunas COVID-19 más grande del planeta y, con esa ventaja junto con otras ventajas de fabricación, produjo, donó y suministró millones de dosis de vacunas en el extranjero.
India fue muy estratégica con su diplomacia de vacunas, priorizando a sus vecinos como Nepal y Bangladesh. Los expertos sugieren que ese enfoque ayudó a India a consolidar su influencia regional y sirvió para contrarrestar las incursiones de China. Esto se produjo en un contexto de esfuerzos de China por aumentar su compromiso político y económico en el sur de Asia en las últimas décadas.
Sin embargo, el poder blando también tiene limitaciones. No puede sustituir completamente al poder duro, es decir, el poder basado en la fuerza militar y económica. Durante la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética promovieron activamente sus valores y cultura, pero al mismo tiempo participaron en guerras de poder globales. La intensa carrera armamentista finalmente contribuyó al colapso económico de la Unión Soviética.
El poder blando también enfrenta resistencia en naciones donde el gobierno no responde a los deseos de sus ciudadanos. Por ejemplo, una película de Hollywood puede volverse inmensamente popular en una nación, mejorando la reputación de Estados Unidos entre el público. Si un dictador gobierna esa nación, la opinión pública puede hacer poco para influir en la voluntad del gobierno de trabajar con Estados Unidos. Además, un gobierno dictatorial puede simplemente disminuir la influencia del poder blando externo prohibiendo películas, restringiendo los viajes y censurando el contenido en línea.
A pesar de ello, la mayoría de los expertos coinciden en que los esfuerzos para mejorar el poder blando merecen la pena en gran medida. Además, cuando las naciones utilizan el poder blando en combinación con otras herramientas de política exterior, puede promover significativamente los intereses nacionales. Ese consenso ha contribuido a lo que hoy se conoce como poder inteligente, que se refiere al uso exitoso tanto del poder duro como del poder blando en la búsqueda de objetivos de política exterior. Al igual que con todas las políticas exteriores, la parte difícil es determinar cuánto de cada herramienta utilizar en una situación determinada.