Cuando Dios decide terminar algo, entiende que sucederá quieras o no. Si Dios dice que se acabó, ¡prepárate porque realmente se acabó!
La historia comienza con un sueño. Mi amiga de oración soñó con fotos de la infancia de dos hermanas gemelas, sus antiguas vecinas en Nueva York. Una de ellas había fallecido en un trágico accidente de tren hace unos 10 años. Era cobradora de billetes de metro y sufrió el accidente al asomarse por la ventana.
Foto nostálgica de hermanas gemelas de niñas
Este sueño, junto con otro sueño mío sobre un niño atropellado por un tren, trajo un mensaje claro. Dios me estaba informando que Él iba a separar a dos personas que se consideraban "almas gemelas". Un vínculo profundo, que afectaba mi destino, estaba a punto de romperse. Aunque no era la muerte en sentido literal, ambos sueños mostraban un final violento y permanente.
Justo después de entender el significado del sueño, mi pastor envió un mensaje a la iglesia titulado "¡Separación final!". Fue una poderosa confirmación de Dios.
Otro sueño se relacionó con la promesa de una cosecha financiera. ¡Dios está respondiendo, tal vez no de la manera que esperamos, pero Él está respondiendo! Cuando Dios dice que algo ha terminado, ¡significa que realmente ha TERMINADO! ¡Solo tenemos que aceptarlo y dejarlo ir!
Pequeñas briznas en un viento suave – pequeñas señales en la brisa ligera – nos están diciendo que levantemos la cabeza, que miremos más allá de la sombría oscuridad. No hay razón para desanimarse o desesperarse. Esfuérzate por buscar y comprender la voluntad de Dios. El pasado ya pasó, ahora es el momento de cambiar tu forma de pensar y tu posición. Dios te acompañará a través del laberinto de emociones hacia la luz. Fija tu mente en las cosas de arriba, no en las de la tierra (Colosenses 3:2).
¡Mantente despierto! ¡Mantente alerta! Dios te está abriendo los ojos para que veas y comprendas lo que Él está haciendo. Él está dando nueva esperanza a los desesperados y luz a los lugares oscuros. Prepárate para recibir esta bendición. Este es el momento en que tu visión espiritual se vuelve clara y lúcida. Deja que la libertad reine (Gálatas 5:1).